Nueva York. – América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a desastres naturales en el mundo, asegura un nuevo informe de la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios divulgado esta semana.

Desde el 2000, 152 millones de latinoamericanos y caribeños han sido afectados por 1205 desastres entre los que se cuentan inundaciones, huracanes y tormentas, terremotos, sequías, aludes, incendios, temperaturas extremas y eventos volcánicos.

Según la ONU, las tormentas que afectan a Centroamérica y el Caribe son cada vez más poderosas y producen un aumento de las precipitaciones y mayor marejada debido al cambio climático. Mientras más frecuentes e intensas sean en la región significa que hay menos tiempo para la recuperación entre eventos, como lo atestigua el caso de Dominica.

En los últimos 20 años, los países más afectados por las tormentas en la región han sido Cuba, México y Haití con 110 tormentas, 5000 muertes, 29 millones de personas siniestradas y 39.000 millones de dólares en daños totales.

Es importante tener en cuenta, sin embargo, que más del 85% de esas muertes se registraron en Haití, el país más pobre y vulnerable en el Caribe.

La de 2017 fue la tercera peor temporada en todos los récords históricos por el número y magnitud de los desastres, pero el huracán más fuerte del Atlántico en registrar un impacto directo a tierra fue Dorian en 2019, que en su punto máximo trajo vientos de más de 350 Km/h y una marejada ciclónica de siete metros sobre las Bahamas.

En su camino de destrucción, Dorian bajó la velocidad y permaneció casi estacionario durante 26 horas en Gran Bahama y las islas Ábaco donde aplastó miles de hogares, derribó la infraestructura energética y de saneamiento y destruyó carreteras. Además, acabó con dos asentamientos donde vivían en su mayoría migrantes haitianos.

Sin embargo, OCHA aclara que las tormentas “débiles” pueden llegar a ser tan dañinas como las más fuertes: El 28 de octubre de 2015, la tormenta tropical Erika pasó bien al norte de Dominica como una tormenta tropical débil con vientos sostenidos de solo 80 Km/h, pero lo que le faltaba en intensidad, lo compensaba con lluvia.

Los aguaceros torrenciales (totales máximos de 32 cm) provocaron inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, dejando 20 muertos y afectando aproximadamente al 40% de la población. Los daños totales causados por Erika ascendieron a 483 millones, o el 90% del PIB del país.

Unos 34 millones de personas en toda la región, especialmente en México y las islas del Caribe, fueron el total de afectados por estos fenómenos naturales en los pasados 20 años.