Guatemala, 30 de julio.- La industria de los seguros en Guatemala presenta un importante potencial de crecimiento que se ve limitado por la falta de una cultura de la prevención, afirmaron hoy ejecutivos del sector.

Directivos de la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros (AGIS) informaron en rueda de prensa sobre la situación del mercado asegurador en el primer semestre del año.

El presidente de la AGIS, Christian Nolck, dijo que se registra una amplia brecha de la población que carece del acceso a un tipo de seguro.

Indicó que estudios de mercado establecen que este problema se deriva principalmente de «temas relacionados con la cultura y costumbres de la población».

«En Guatemala no se tiene, en general, una cultura de la prevención y un sentido de la responsabilidad ciudadana», sostuvo, lo que limita la adquisición de un seguro de vida, de gastos médicos o de bienes.

Lamentó que Guatemala, primera economía de Centroamérica, tenga «la penetración más baja» de seguros de la región, con un índice de 1.29 por ciento sobre el Producto Interno Bruto (PIB), en tanto que Panamá, Costa Rica y El Salvador rebasan el 2.0 por ciento.

El índice de penetración en relación con el PIB a nivel latinoamericano deja en mayor desventaja al país, pues en la región asciende en promedio a 2.9 por ciento (contra el 1.29 de Guatemala). El más alto es el de Chile con 4.6 por ciento.

Según la AGIS, el volumen de negocio en el primer semestre del año ascendió a tres mil 850 millones de quetzales (500 millones de dólares) y proyectan un crecimiento del mercado de seguros de Guatemala de 6.02 por ciento al cierre del 2019.

El vicepresidente de la entidad, Hermann Girón, aseveró que los costos de los seguros son accesibles para la población y que combatir la economía informal y llegar a la población rural contribuiría de manera significativa al crecimiento del mercado asegurador.

Precisó que con una población aproximada de 17 millones de habitantes, en Guatemala una de cada 30 personas está protegida en salud y una de cada ocho tiene seguro de vida, cuando el promedio latinoamericano es de una de cada cinco y una de cada dos personas, respectivamente.