Guatemala. – Expertos dedicados al estudio de la civilización maya dieron a conocer nuevos estudios que sugieren una serie de “eventos bélicos” o de “guerra total” con fines de dominación y no únicamente como prácticas rituales, como era el criterio de estudiosos que se mantuvo por mucho tiempo.

“Los nuevos hallazgos no significan que los mayas fueron más violentos o sanguinarios que otras civilizaciones, lo que demuestran es que eran sociedades complejas incluso en guerras a gran escala como lo hicieron los romanos o los egipcios”, afirmó el director del Proyecto Arqueológico Holmul, el guatemalteco Francisco Estrada-Belli, profesor asistente de investigación en la Universidad de Tulane, Estados Unidos.

Según estudios presentados en la sede del Instituto Guatemalteco de Turismo, una de las instituciones patrocinadoras de las investigaciones arqueológicas en el departamento de Petén, “el tipo de guerra total que los expertos hasta ahora han asociado a la época Clásico Terminal como efecto del deterioro del medio ambiente y escasos recursos, en realidad fue común en épocas anteriores”.

Foto: Inguat

“Creo que estos hallazgos debiliten toda teoría que sugiere que el colapso de la sociedad maya clásica fue causado por un supuesto cambio hacia guerras más destructivas durante la época Clasica Terminal (830-950 d.C.). Ahora habrá que investigar otras causas”, sostuvo Estrada-Belli.

Un estudio de sedimentos lacustres y evidencias arqueológicas liderado por un equipo de científicos de medioambiente del USGS (Servicio de Geología del Departamento del Interior de Estados Unidos) y arqueólogos de las universidades de Tulane y Alabama documentó un incendio desastroso por medio de restos de carbón recuperados de la laguna Ek’Naab situada en el territorio de la antigua capital del reino de Balahm Jol (Cabeza de Jaguar), hoy conocido como el sitio de Witzna en la remota selva del noreste de Peten, Guatemala.

Textos epigráficos recuperados en Witzna y en la vecina Naranjo, capital de uno de los reinos más poderosos de la época Clásica Maya, sugieren que el sitio fue sujeto a una destrucción por fuego a mano del rey de Naranjo en el año 697 d.C. Esto fue también comprobado por el hallazgo de destrucción en los templos y monumentos de la misma época en Witzna.

“Los hallazgos de este estudio sugieren que un tipo de guerra total que los expertos hasta ahora han asociado a la época Clásico Terminal como efecto del deterioro del medio ambiente y escasos recursos, en realidad fue común en épocas anteriores”.

A partir del extraordinario descubrimiento de más de 60 mil  estructuras antiguas en el norte de Guatemala, mediante la utilización de los datos de la Iniciativa LiDAR, los arqueólogos iniciaron “una segunda ola de investigaciones que están revelando el verdadero alcance de esta tecnología de sensores remotos, para generar y responder preguntas sofisticadas relacionadas con la antigua civilización Maya”, de acuerdo con los expertos que informaron sobre los hallazgos.

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El director del Proyecto Arqueológico El Zotz, Thomas Garrison, de la Universidad de Ithaca, dijo por su parte que el nuevo estudio “sugiere que la dinastía de El Zotz pudo haber cultivado cosechas de alto valor económico en el periodo Clásico, tales como cacao y achiote, para maximizar el valor del terreno accidentado de su reino”.

Se hace referencia además al sitio arqueológico La Cuernavilla, una fortaleza maya única, descubierto gracias a los datos producidos por la Iniciativa LiDAR (una nueva tecnología que mediante sensores permite mapeos masivos en amplias zonas geográficas).

“La fortaleza de La Cuernavilla, que se ubica en un risco fuertemente defensivo entre Tikal y El Zotz, es uno de los mejores ejemplos de cómo la aplicación de la tecnología LiDAR está cambiando las percepciones de los arqueólogos sobre la guerra entre los mayas”, destacó Garrison.

Las investigaciones cuentan con la autorización del gobierno guatemalteco y el patrocinio de la Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya (PACUNAM), la Fundación Nacional para la Ciencia de los Estados Unidos y el Fondo Nacional para las Humanidades, así como el aval académico de las universidades de Ithaca y Brown de Estados Unidos.